La gente no valora lo que lee y no entienden cuán bonito es el arte de las palabras. Pocos saben en estos tiempos leer entre líneas y aprender incluso de los textos y poesías más cortas. Lo bonito de escribir es que puedes hacer sentir al lector como si estuvieseis haciendo el amor y eso ya no se ve. El baile de los secretos y confesiones a última hora se da en los lugares más recónditos, donde nadie busca y de los que nadie puede disfrutar. En éste mundo, nuestro porque lo hacemos nosotros, lo importante es la cantidad y en estos tiempos, nuestros porque los vivimos nosotros, la calidad es olvidada.
Me avergüenzo de ésto y me culpo, pero prometo haber hecho todo lo que ha estado en mi mano. Hasta ahora que me debo marchar; que me llaman de otro lugar con palabras suaves y bonitas, con mucha delicadeza y en un tono amistoso me están diciendo que mi obligación es ir. Que no me queda otra y es así. Jamás he oído hablar mal de este lugar del que os escribo, y puede ser porque todo el que ha ido no ha vuelto. Si no quieren volver, será, estarán allí bien.
Así, escribiré ahora porque si no, nunca:
No he vivido donde he querido vivir porque pocas veces he conocido mi lugar. He perdido demasiadas oportunidades, tantas que casi oigo al diablo reírse de mí y mi cobardía, tantas, que puedo escuchar a los ángeles lamentarse de regalarme la inocencia. No he sabido amar a quien me me amó y me lo demostró, tampoco he podido demostré mi amor a quien sí amé y me arrepiento, porque ya no me queda tiempo. He dejado olvidar muchas historias tristes y demasiados finales felices por miedo a molestar con mis ideas; por no querer escribir por si nadie quería leer. Ahora, ya tarde, caigo en que no he aprovechado mis días, miles y miles de días flotando en el aire de mi casa, decenas de años perdidos entre el polvo de los libros que me quedaron por leer.
Ahora, en el mejor momento, caigo en cuenta de que no son las decadencias las que basan mi vida. Mi tiempo ha sido y por suerte será de quienes tuve la suerte de conocer. Mi vista pertenece a los lugares y calles de mi pequeña ciudad, de mi villa, que aunque no en cantidad pero sí en calidad ganaría a todo lo que el resto del mundo quisiese enseñarme. Mi fortuna no es el dinero ni los bienes que pude comprar. Éstos se quedarán guardados en cajones viejos mientras yo cruzo el túnel, y lo que vendrá conmigo será la suerte que me protegió de la soledad, que me enseñó a sentir, y que me empujó a ser artista. Me llevo conmigo las sonrisas de quien más me hizo sonreír, los abrazos de aquellos a los que pocas veces abracé y los versos que más me hicieron sentir.
Ahora, cerraré los ojos y soñaré porque si no, nunca.
jueves, 23 de mayo de 2013
El cielo me dijo un hasta luego y se piró
Me escondo tras una esquina
porque me dices que debo aflojar.
Me aflojo las tuercas
pero no paro
que me pilla el tiempo
y no tengo sitio pa' espabilar.
Que se me funda el cielo
y caigan todos las nubes
a dar sombra a mi corazón,
mientras tú me esperes esta noche
en la cama para soñar
juntos los dos
que nos volvemos a amar
y hacemos el amor.
Mi princesa de bragas caídas,
tu príncipe de calzones sucios,
no vengas con faldas cortas,
no vengas si es para decirme
que me vaya
que me marche.
Que se caiga el cielo,
¡que voy a decirle cuatro cosas!
Quién es quién
para decidir qué y cómo
se decide el cuándo,
mientras tú me esperes
en la cama esta noche...
Vil valiente el pintor
que pinta a la primavera
maldita que sus colores robó,
que se atreve a recordarnos
en blanco y negro
borrando lágrimas
y poniendo sonrisas
donde no las había.
Que se parta el cielo,
que me parta a mí,
que me cierre sus puertas
e incluso las del mismo infierno,
que llore y que truene,
mientras tú me esperes...
martes, 21 de mayo de 2013
"La primavera hoy no huele bien."
Le he pedido un poco de tiempo y pausa a Mayo; que no puedo seguir su ritmo acelerado y me lleva con la respiración entrecortada y muchos retrasos. Le he rogado, por favor, que pare durante unas horas que mi alma necesita darse una vuelta y mis manos, escribir. Le he dicho que aunque se sepa la teoría no puede ir de sobrado en la práctica, que todos sabemos que para correr hay que echar un pie y el otro detrás. Demasiado tiempo hace ya que me siento entre una multitud en diferentes carreras y no puedo más, me da el flato latigazos en el lado izquierdo del corazón.
Necesito un número par, agua templada y un olor natural; necesito un puma que abra la boca tan cerca de mí que pueda averiguar quién fue su última presa, que el brillo de sus colmillos me deslumbre, pero aún así pueda yo decidir si me ruge o me bosteza pidiendo siesta. Que venga el mejor tenor suicida y me cante, cerca del oído en tan alta voz que llegue a tronarme, una nana tan triste que oceános llore para que así pueda yo dormirme. Quiero, si no es mucho pedir, que me visite el cuervo que visitó a nuestro Edgar, que no me hable, que vivamos en la ignoracia, pero si me ve en apuros no dude en recordarme el Nunca más.
Siempre hablan y gritan y no temen en decir y anunciarte de que descuides tu cabello oro que tarde o temprano pasará a ser plata sucia, que no les eches cuentas a los insultos del espejo que acabarán siendo peores y mucho Carpe Diem y mucho amor frenético en un momento, pero siempre cuchichean y susurran y murmullan y como si pecando estuvieran, hablan de que te des prisa, de que vas tarde y no has salido y tendrás que salir y que otros ya están volviendo. Y yo con esas prisas no puedo.
Por favor, Mayo, primavera, apiádate de mí.
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