jueves, 13 de marzo de 2014

Bonnie and Clyde (en la Edad Contemporánea)

Ojalá algún día alguien me pida que le cuente nuestra historia. Quizá al principio titubearía sin saber bien con qué frase empezar o qué palabras utilizar, pero sé que al final lo conseguiría, y que todo aquel que me escuchase creería comprender nuestra locura sin siquiera llegar a hacerlo.

Nacimos entre el suicidio de Kurt Cobain y el 11-S, destinados a vivir en plenitud la constante decadencia de nuestro país. Nuestra televisión nos muestra el cadáver de Osama bin Laden, los fallecidos en la guerra de Siria y las manifestaciones masivas en Egipto, pero no hablarán los telediarios de siquiera un político honesto que reconozca haber metido la mano en algún maletín. Nos han quitado toda la esperanza de vivir un día en paz y de poder morir con más herencia que un puñado de deudas. Nos enseñan que ya no podemos decir o hacer nada que ya no se haya dicho o hecho antes, porque hemos llegado tarde y con una mala base en educación. Sabemos que jamás nos sobrará el dinero y que a todos los días les faltarán horas para trabajar.

Si nunca nos tomamos un tiempo, ¿cuándo vamos a disponer de él?” dijiste tranquilo. Nunca noté temblar tu voz, no vi en tus ojos el miedo ante ninguna situación. Ninguna conversación consiguió alterarte y eso me tranquilizaba. Adquirí tu templanza y ya no necesitábamos tocarnos: sólo con mirarnos, éramos uno. Pero no como los demás... las personas felices no miran a la carretera antes de cruzar.

Y es que tú y yo no somos una pareja más, de esas que se regalan cosas inútiles en San Valentín; es la antipatía hacia los otros lo que nos une. Son las injusticias y la necesidad de hacernos ver lo que nos mantiene juntos. Sé que no podríamos llamarlo amor, pero tenemos la suficiente pasión como para ser invencibles. Y, querido, será esa pasión la que nos permita hacer cualquier cosa. Seríamos las reencarnaciones de Bonnie and Clyde si quisiésemos. ¿Quién nos lo impediría? Sabemos complementarnos bien. Poco más que la misma necesidad del uno por el otro es lo que nos impide separarnos. Podríamos dejar de vernos pero nunca estaríamos lejos. Siempre hallaríamos el modo de volver a encontrarnos… y que pareciese una casualidad. Sí, nene, jugaríamos con el destino y estafaríamos al mismísimo diablo con nuestra alma.


Despertamos cada mañana asumiendo que cada palabra que digamos será juzgada y que cada decisión que tomemos nos la van a cuestionar. Mas lejos de sentirnos solos, sabemos que nos tenemos el uno al otro; yo, buscando una inspiración para no morir sin escribir y tú, buscando ser inmortal.

Cantaba un pajarito

Encerrado en una jaula
canta un pajarito
dulces melodías

Encerrado en una jaula
recita un pajarito
largas poesías

Desde su jaula
miraba un pajarito
las nubes pasar

y desde la jaula
el pajarito les gritaba
que con ellas quería volar

Encerrado en una jaula
dejó un pajarito de cantar

Encerrado en su jaula
un pajarito ya no recitaba

¿Qué le pasará al pajarito?

Se dio cuenta el pajarito
que encerrado estaba.