Todos hemos intentado poner un parche en algún agujerito que se nos ha abierto en el corazón.
Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido fugas de aire, agua y amor resoplando, llorando y queriendo a quien no amábamos.
Todos hemos necesitado de una tirita, una venda, un tope, un beso que nos curase la grieta que se abría y se abría y nos partía en dos.
Pero nadie lo hemos encontrado.
Nadie ha conseguido que nada tape la fuga, que la grieta no se agrande cuanto más intentas hacerla desaparecer; nadie ha conseguido que el corazón lata como antes.
Porque es imposible. No se puede.
Y fin.
Nos quedamos así, rotos, partidos en dos, ahogándonos en la falta de oxígeno y sin lágrimas.
Pero andamos como si nada. "La vida sigue", te dicen. Y claro que sigue... Y tú sigues, y tu familia sigue, y todo sigue... Pero ya no sigue igual. El mundo ahora gira distinto, la lluvia huele diferente, el sol ya no brilla en su justa medida y la sombra del árbol no te cobija.
Ya, nada.
Porque por muchos parches, por mucho parche sobre parche... El agujerito sólo se agranda.