miércoles, 17 de abril de 2013

Sorry mom but it is

Te voy a pedir perdón porque a veces me callo cosas que a lo mejor a ti te gustaría escuchar. 
Me las quedo para mí porque nunca supieron cuidar de mis palabras y me dan tanta lástima... 
Si pudiese hablar te diría es ahora cuando más te quiero y cuando más he querido, +
te contaría que no hay quizá que valga entre tú y yo porque jamás me sentí tan segura.
En el silencio que ocurre entre canción y canción de mi lista de descargas más recientes +
pienso en ti y es extraño cómo siento eso, es bonito oírte aunque no seas tú quien hable.
Que hasta el más mínimo detalle que llevo en mí me pregunto si te gustará. 
En el caso de pensar que no termine de agradarte me lo quito corriendo y ya creo que +
me quieres un poquito más. 
Me mandas cartas, las leo, las guardo y aún me tienes aquí pensando qué responderte. 
Creo que esto pasa porque tengo tanto que decirte que no sé por dónde empezar ni cómo +
poderte explicar qué es lo que le pasa a mi estómago cuando sueño.
Que si sueño es extraño que me acuerde y por eso tampoco te lo cuento, por no tener nada +
que contarte. Hoy me acordé y fue el sueño tan estúpido que lo mandé borrar porque pá qué.
Yo qué sé. A veces te echo de menos y otras veces te odio pero nunca sé decir cuándo es qué.
Mejor lo dejo por aquí volando en Internet, tú haces como si no lo has visto y nos dormimos.
Como si nada.
Como siempre.



Sorry mom but it is. You've always knew it was.


lunes, 8 de abril de 2013

Mi faro.


Hay noches en las que necesito dormir con una pequeña luz encendida en mi habitación y no tengo claro el por qué. Quizá sea que estoy triste y quiero que algo brille por mí, que aún en silenciosa soledad no quiero caer en el olvido. En ocasiones pienso que es por el miedo a perderme y morir intentando encontrar una salida en la que podría convertirse en mi eterna prisión. Otras veces creo que necesito esa luz por querer hacer comprender a todos los de mi alrededor que me tienen aquí en todo momento, que no importa que sea alta madrugada si desean algo de mí y yo puedo dárselo. O, a lo mejor, a lo que temo es a la oscuridad y a todos sus acompañantes, tales como aquellos ojos negros cual sombra cercana de los que nunca me fié. Tal vez no quieren visitar mi imaginación todos esos vestidos oscuros señalando un luto, por no quererme hacer revivir momentos que pasaron mucho antes de cuando tendrían que haber pasado, por no rememorar a personas a las que ahora, y ya siempre, se merecen y merecerán la paz. Que con mi pequeña lucecita gozo al ver cómo bailan las motitas de polvo, unas ya cansadas se caen y otras, imposibles de agotar, aprovechan cada movimiento de aire para volar. Hay noches en las que no quiero que la oscuridad se quede a dormir, en las que si mi lámpara no funcionase, subiría y encendería el Sol.

Pero, por ser humanos, cambiamos constantemente de opinión, y gracias a ello también hay días a los que pido por favor se vayan y ruego a la noche que se quede, para contarle a la Luna que no me va tan mal, para acompañar en el sentimiento a cada destello de luz representante de una estrella que hace años murió. También en la noche se lee mejor y es que es impresionantemente fácil meterse en la historia y creerte protagonista, sentir cosas y que ninguna desaparezca por muy fuerte que cierres la tapa del libro. Quizá, de vez en cuando, quiero a la noche por no querer estar más en la que es mi realidad, para descansar, para soñar como podía soñar más de trescientos sesenta y

cinco días atrás. Con mis sábanas, con mi silencio, con aquella sonrisa huérfana y con aquel mar que necesita un faro que le alumbre y le guíe cuando cae la negrura. Como yo, tal vez, cuando también necesito que me alumbre mi pequeña luz.