domingo, 25 de agosto de 2013

Prisas

-Su señorito ni cuenta se ha dado,
y pronto parece que se ha marchado.
Pero no llore mi señorita,
ni se ponga triste,
porque con la salida de un nuevo sol
un encuentro nacerá
hasta la salida de la luna.
Y con lástima le digo que
quizá pase rápido y fugaz,
pero que no existe nada
ni nadie mejor a quien regalarle
mi cuerpo y mi corazón, mi alma.
No se preocupe señorita,
recuerde que nos quedan muchos soles
y anocheceres por ver.
Dígame, ¿le gustaría verlos a mi lado?

-Pero usted está tan lejos.

-Llegará un día en el que
no lo esté tanto
y podremos verlos.

-Los espero.

-Los desea usted igual que yo.

-Ay, señorito.

-Señorita.

lunes, 19 de agosto de 2013

Anochecía con tormenta y los rayos podían verse de principio a fin.
Los truenos quitaban el sueño y el pobre gato, chiquitín y valiente,
ignorando lo que era y con su particular conocida curiosidad,
se pasaría la noche mirando por la ventana así, incansable.
Maullaba de vez en cuando y giraba la cabeza mirándome...
Quiero pensar que como un niño pequeño haría,
intentaba avisarme de lo que sucedía,
pidiendo que me quedara con él,
que se lo explicara,
que le hiciese compañía.


lunes, 5 de agosto de 2013

Testamento

Mi infancia, mis llantos,
mis hambres, mis penas,
mis problemas, mi cariño incondicional
se lo quedaron quienes me criaron.

Mi primer beso y toda la inocencia,
por consecuencia,
se la llevó
el primero que me ilusionó.

El primero amor,
la esperanza, todas las horas,
el resto de mis días y toda la vida
se la dejo al primer hombre que me cuidó.

Yo me quedo con
las experiencias, los recuerdos
y todos los besos;
los libros, los discos,
los bailes, los tacones,
las miradas, las noches sin mañanas,
las fotografías, las películas,
las playas y las montañas
que afortunadamente visité.

Yo me quedo con todo,
incluso con el silencio,
con todo menos con el tiempo,
porque si me lo quedara
significaría que no lo gasté.

Que cuando yo me muera y
ya la tierra me vayan a echar encima,
la gente no llore de pena sino de envidia.

Que lloren mil veces más de las que
yo lloré al mi madre traerme a la vida,
mientras yo desde arriba, me ría.