lunes, 19 de agosto de 2013

Anochecía con tormenta y los rayos podían verse de principio a fin.
Los truenos quitaban el sueño y el pobre gato, chiquitín y valiente,
ignorando lo que era y con su particular conocida curiosidad,
se pasaría la noche mirando por la ventana así, incansable.
Maullaba de vez en cuando y giraba la cabeza mirándome...
Quiero pensar que como un niño pequeño haría,
intentaba avisarme de lo que sucedía,
pidiendo que me quedara con él,
que se lo explicara,
que le hiciese compañía.