domingo, 7 de octubre de 2012

Ni de tu sombra.

Llegará ella cuando nadie ya la espere y todos hayan caído en desesperación. Conoce a la gente a la que mantiene, conoce cómo mantenerla y cómo éstos se dejan mantener. Se asomará poco a poco, nunca se sabe si entre risas o llantos. Sólo se sabe, que nunca viene sola. Nada se sabe de con quién vendrá.
Llega despacio, tan lento que desesperaría al más paciente. No tiene ninguna prisa, no tiene ningún miedo a que no se le espere. Sabe que es demasiado necesaria y por eso no corre, por eso no acelera; quiere hacerse de rogar.
Llegó con los ojos en silencio y el toc toc de sus talones al pisar. Paso a paso, se sabía que se iba acercando más, pero si la mirabas, ¡parecía estar en el mismo lugar! Ella comprende que puede hervir sangres, a los pelos los consigue erizar, pero, fíjate, lo poco que le importa, que incluso, entre paso y paso, llegó a sonreír. Sonrió, y dicen que toda sonrisa es bonita, pero puedo jugarme la vida a que aquella era una sonrisa con maldad. Se escuchaban susurros y vocecillas que prevenían lo que podría pasar. Enormes carteles gritaban lo que iba a suceder, miles de palabras volaban en el aire y tú ya habías vivido ésta situación.
-Te lo dije. -Y aquí el silencio se terminó. A manos de un alma, de un casi fantasma, de algo de la imaginación. El silencio acabó muerto, y fue el caos quien ganó.
-Te lo dijeron. -Repitió. Echaban sus palabras arena sobre la tumba del silencio y a cada palada la tranquilidad sangraba más. La tranquilidad acabó espantada, y fue la indecisión quien ganó.
-Te lo dijiste. -Gritó en a penas un murmullo. A voces susurraban los actores de segunda plana; ninguno de ellos pondría la mano en fuego si ésto no lo hubiesen visto. Yo misma acabé muerta, enterrada, sepultada, a manos de, ¡ah, qué sabría yo!, de quien yo pude llegar a ser.