Jaén
25 mayo 2014
Parece que lleve meses sin escribir. Como si mi vida se hubiese parado en los carnavales pasados, como si hubiese muerto y no encontrase el camino de vuelta. Los días son calurosos. Pasan lentos y son repetitivos... pero nadie parece darse cuenta. En cambio, las noches son frías. Un frío que no te deja dormir y, tiritando, te obliga a pensar. Las noches son largas y siempre están llenas de pesadillas. Y es que, cuando apago la luz, siento unas manos rodear mi cuello.
¿Cómo se puede empezar una carta de suicidio?
Un 'hola' suena tan seco y feo... Ahora quiero que todo sea bonito.
No sé por qué os escribo, porque desde luego no voy a excusarme y tampoco pediros perdón. No os culpéis de mi muerte, porque sí que sois culpables y no sería nada poético. Ahora quiero que todo sea oscuro y metafórico.
Sólo te voy a pedir una cosa: suicídate - dijo.
Si no encuentras sentido, tírate por la ventana - aconsejó.
Vivo en un primero - respondí. Y de verdad era una metáfora: era joven. ¿Qué sentido tiene suicidarse cuando no eres nadie?
Venga, adiós.