sábado, 16 de junio de 2012

El tonto de pueblo.


La wikipedia denomina locura como, textualmente, determinado comportamiento que rechaza las normas sociales establecidas. Locos los llamados automarginados. Deberíamos divagar sobre esa palabra, sacarle las entrañas y así poder relacionarla.  Les contaré una historia:

Desde pequeños hasta mayores llamamos tonto a aquel que ose contradecir nuestras creencias. Vemos como un grano en el culo a ese tonto que mantiene una conversación con nosotros. ¿Cómo tiene la osadía de empezar una frase con “No, sino que”? ¡No puede! O sea, ¡qué sabrá el de la vida! Ese es el problema. Que a ese tonto no le hace falta saber de la vida, no le es necesario haber vivido más que tú, haber viajado ni haberse divorciado siquiera. Y eso nos jode. Que nosotros tengamos problemas, y él no.  Que nosotros conozcamos los problemas a la perfección, pero que él conozca las soluciones como de una ecuación de primer grado se tratara. ¿Quién es ese tonto, que nos escupe a los ojos aquellas verdades hasta dejarnos ciegos de ira? ¡Está loco!

Y es así como desde pequeños hasta mayores llamamos loco a aquel que hace cosas que nosotros no llegamos a comprender. Vemos como tal pústula en la nariz a ese loco que nos roba minutos de sueño, ocupando nuestra mente con sus locuras. ¿Cómo se atreve a robar mi atención? ¡No debería! Pero, a ver, ¡qué está mal de la cabeza!  Y ese es el problema, que si no lo llegamos a entender, es obvio que está mal. Y no, para nada lo está. Pero el loco hace lo que él quiere hacer, y nos dice que lo él nos quiere decir. Y eso nos jode, porque las normas sociales establecidas tienen detrás de cada sílaba acentuada la palabra respeto. Y ese señor, no me respeta. ¿Pues no que está haciendo ver a los demás que estoy equivocado? Mejor se calla al sincero, llamándole loco y creándole complejo de tonto.

Y así, amigos pero nunca compañeros, es como los llamados locos acaban aislados, automarginados