mil y una formas de asesinarte
de hacer que dejases de ser alguien.
He querido convertirte en las lágrimas de mis llantos
en el humo de mis cigarros
en la lluvia de los inviernos en el que el frío me gana
y es que he perdido todas y cada una de las batallas;
mis pulmones negros
mis labios sonrojados, mi ansiedad
mi alegría y mi tristeza
han decido convertirte en un intento de poesía.
Plata ennegrecida, relaciones podridas
y un paquete de tabaco por empezar,
mil cosas que podíamos haber aprendido juntos
tú conocerás con otra Alicia
en otro Wonderland.
Ya no escribo tu nombre en el vaho
de cristales congelados
de duchas que duran casi una eternidad.
Mis mareos, mi soledad
y un paquete de Fortuna apunto de acabar
han decidido convertirte en palabras
y así, tú, nunca morirás.
-Ana Fernández