Dentro de unos días hará un año más desde que prometiste quererme siempre. ¿Cómo te va con eso? Espero que no te tomases demasiado mal mi risa. Debes entenderlo: yo sabía de qué estabas hablando y tú, en cambio, no tenías de idea de lo que aquello significaba. No quiero que suene cruel, pero ¿qué piensas ahora sobre prometer el amor a la primera que ves?
Cuando leí por primera vez El lobo estepario, supe que jamás debía dejar que nadie cercano a mí lo leyese: todos, como por instinto, se encariñan enseguida con el pobre Harry. Un hombre enfermo, sentimental y solitario: ¿qué más se podría pedir para una historia de amor perfecta? Todos intentan cambiar al hombre-lobo, creyendo de verdad que amándole su vida tornará sencilla y serán felices. Éstos no saben nada de lo que es la tristeza. Esa tristeza tan, tan profunda que es imposible darse cuenta de que está ahí en un solo vistazo.
Si me dejé amar fue porque nunca te llegué a querer, y si te enseñé mi mundo negro fue para que tú, muchacho inocente, aprendieses la lección: no te enamores de alguien que ya ha estado enamorado antes. Que las segundas oportunidades existen es mentira. ¿Cómo pretendías que una suicida salvara tu vida?
Lo siento mucho, sé cuánto duele la primera grieta en el corazón virgen, pero recuerda que fuiste tú quien me eligió. Mil veces intenté advertirte pero, como un pobre lector más, acabaste cayendo a los pies del poeta justo antes de que éste disparase. Yo te dije: "cariño, ¿qué sabes tú sobre dónde estaremos tú y yo mañana?". Y tú, simple, respondiste: "nada. Pero, ¿no te gustaría estar tumbados en la misma cama?". Ahora ya sabes que nada es tan fácil si tratas con una desencantada. ¿Creías que tu tristeza adolescente era comparable a la mía, veterana? No fuiste más que otra víctima de los versos aullados por el lobo estepario.
Lo siento mucho.
Fue un honor romperte el corazón por primera vez.
Fue un honor romperte el corazón por primera vez.
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