sábado, 26 de mayo de 2012

Y alarguémosla el tiempo que necesitemos.



Nos sobraban las ropas y nos faltaban condones, cada caricia era un escalofrío y los consecuentes pelos de punta, la sonrisas cómplices y las miradas ciegas. Y aunque con los labios ensangrentados, desgastados de morder seguíamos besándonos y no por puro agotamiento teníamos menos ganas. Tuvimos la oportunidad de morir siendo uno y aún así decidimos vivir eternamente el uno para el otro. Un "no te vayas" cuando miró y un "ni me lo repitas" cuando correspondí. Había abrazos tan pesados flotando en el aire que el oxígeno luchaba por su lugar en aquella habitación, y ganara quien ganase en aquella estúpida batalla nos parecería bien, pues no dejaríamos que nada fuera mal en aquellas escasas horas. Que serían pocas pero fueron nuestras. 

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