lunes, 13 de octubre de 2014

Nostalgia

Hago como si no pasase nada, como si mi vida hoy fuese la misma que era ayer y parece que nadie, ni siquiera tú, ha notado mi papel. Quizá esto sea la gran práctica a lo largo de mi vida, donde casi todo ha sido puro teatro y donde creí siempre saber diferenciar qué era mentira y qué real. 
Es ahora cuando de verdad llega el problema; cuando por fin me estaba acostumbrando a la calma de un papel secundario, el universo ha decidido hacerme protagonista de una obra de la cual no sé ni el título, no sé el guión, no sé quién es mi compañero de escenario.
Mi cabeza anda improvisando. No sé cuando es una sonrisa fingida o cuando ésta me sale de las entrañas. Mi alma está esta noche muy cansada y mi corazón grita a voces desde algún rincón, pidiéndome por favor que aclare de una vez esta situación. "Ojalá pudiera", le digo en voz baja. "Yo tampoco quiero seguir así. No aguantaré mucho más." Pero la culpa no es mía, tampoco es tuya; nadie es culpable si se trata del amor.

Hace dos años me dispararon a matar y hubiese jurado que realmente había muerto. Hasta ayer, cuando nos volvimos a ver. No sabes el efecto y el poder que tienes sobre mí y quizá eso sea aún peor. ¿Y si sí lo sabes, y te da lo mismo? ¿Es que acaso no te das cuenta? Sólo tú tienes la posibilidad de hacerme daño. Y es ese dolor el que me hace resucitar; es ese amor roto el que me hace querer seguir encontrándonos de casualidad.

"¿Por qué iba a querer que cicatrizase una herida que yo misma me abrí?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario