Cuando la niña baja por la calle,
el niño se alegra y pone contento
y si la niña corre a esconderse,
Niño entristece y rompe su lamento.
Cuando el niño sube por la calle,
Niña guarda el corazón sin quererlo.
Pero si el niño pasa y no la mira,
entonces ella enfada y frunce el ceño.
Quïén ha visto y quïén verá
a estas dos presas del desconcierto:
cuando ambas sean capaces de amar,
ninguno de ellos querrá hacerlo.
Un día se llegarán a juntar
y, como en un amor de soneto,
entre cuarteto y tercetos habrán
tantos dulces besos como encuentros.
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