martes, 7 de julio de 2015

Fuego

Te he visto fumar mil novecientas noventa y nueve veces y a cada espiración de humo más bonita hacías la vida.

Soñaba con ser siempre tu mechero
y con ser el aire que rozaba tus labios para luego alojarse, por tus pulmones, cerquita del corazón.

Imaginaba que entre calada y calada recitabas un poema,
cantabas una anécdota,
subrayabas mi nombre
como si fuera melodía.

Deseaba ser otro de tus vicios,
que tú también me viciaras.

Soñaba, pero no contigo,
sino con nosotros

(y eso mataba más que cualquier cigarro).


No hay comentarios:

Publicar un comentario