viernes, 3 de agosto de 2012

All nightmare long.

Alguien te dirige en un camino pedregoso. Se te van llenando las zapatillas nuevas de la arena amarilla que en éste abunda. No miras a tu acompañante, te dejas guiar por el sonido de sus suelas al pisar. Va lento, algo característico de él y lo sabes. ¿Dónde vais? ¿Por qué? Fantaseas con posibilidades remotas y fantásticas. Los sueños del más soñoliento se quedan en nada si fueran comparados con tus fantasías momentáneas. Sigues el ritmo de quien te guía pero te cuesta. Quieres correr por el camino, llegar a su final y ver qué es lo que te espera, lo que lleváis buscando desde que salisteis de casa. Con la cabeza cabizbaja y la mirada plantada en tus pies observas como la arena amarillenta va desapareciendo. Notas como las piedras ya no se clavan en las suelas de tus zapatillas recién compradas. Y es entonces la primera vez que alzas la mirada y tus sueños del camino crujen como cristales al romperse contra el suelo. Delante de tus narices te hace cara un puente colgante sin camino de tablones por el que pasar. ¿Qué es lo que quiere el guía? "Daremos la vuelta" intentas convencerte. Y no. Sabes que vas a tener que pasar, como pasaste hace dos años. Te van a obligar bajo la frase no estás obligada a nada y te van a presionar con la frase todos confiamos en ti porque sabemos que puedes. Con cierto odio miras a quien te trajo hasta aquí. En un instante de apenas medio segundo el odio desaparece para dejar sitio a la confusión. Reconoces al muchacho al que le has entregado tu vida en mano, al que cediste la confianza plena y quien sabe que tiene tu corazón. Tu mirada te dice que tienes que volver a cruzar el puente y te inunda la pena. Todos ellos pueden confiar en ti pero tú sabes que no puedes. Es por aquel muchacho por el que vives y por el que vas a poner la mano en la primera cuerda que sujeta el puente. Pones ahora la izquierda y de un salto posas las sucias zapatillas en la tercera y la cuarta cuerda. Alzas la cabeza, no por orgullo y para dar ánimos, sino para ver qué es lo que mueve las sogas de las que depende ahora tu vida. ¿Qué cojones las hace vibrar de tal forma? Se retuercen en tus manos hasta quemarte. Y es entre el dolor cuando la ves: la hipocresía ha vuelto para ver quién puede más. No le dices nada por no ofenderle, dejando las yagas de tus manos crecer y a las ampollas nacer. Escuchas a la muchacha del final con las piernas desnudas y el vientre plano reír. La miras con odio, pues ella tiene guantes y sus manos no arden. No vuelves la vista hacia tu guía antes de empezar a andar por las cuerdas. Pensando en el sinónimo de esfuerzo. ¿Cuál, cuál es el sinónimo de esfuerzo? Una palabra que represente esfuerzo. Aquel esfuerzo que tú estás haciendo ahora mismo. Piensa, ¿cuál?
Casi vas por la mitad cuando ya no sientes las palmas y la goma de los zapatos ha sido gastada. Ni gritas, ni lloras, ni te quejas. Mantienes los labios apretados, los ojos entrecerrados y los dientes te chirrian. ¡Esfuerzo! ¡Una palabra que recuerde a esfuerzo! ¿Cuál es el sinónimo de esfuerzo? Las cuerdas no se pueden mover más. Resbalas de un pie, resbalas de otro. Crees que caes hasta que tu propia fuerza de voluntad te sorprende y tus brazos ayudan a volver a posar tus pies ahora desnudos sobre las cuerdas de abajo. Oyes a las sogas romperse, como si te quisieran decir algo. Deprisa. Pero, ¿qué palabra te hace recordar al esfuerzo? 
Y entonces llegas al final. La hipocresía se va y a ti no te interesa dónde. Gateas por el nuevo suelo de nuevo arenoso luchando por bloquear el paso a tus lágrimas. ¿Qué acaba de pasar? No te giras a ver el puente, no quieres oler sus cuerdas empapadas con tu sangre, no quieres más que irte a casa. ¿Cuál es la palabra? 
"Valentía". Estabas segura, era eso. Tenía que ser eso. Tú has sido valiente para hacer aquel esfuerzo. Pero el amor de tu vida te dice que no, sencillo, encogiéndose ligeramente de hombros. Pides un beso, un sólo beso, por favor. "Bésame". Pero el amor de tu vida te da dos palmadas en la espalda y apareces de nuevo en la entrada del puente. Es como si no hubieras hecho nada. Como si no hubieras pasado nada. Las lágrimas te ganan la batalla y, por venganza, caen en tus palmas para hacértelas escocer. Las manos aún sangran.